martes, 2 de junio de 2015

Dos con cuatro de la mañana

¿Cómo será ser una persona normal? y por normal me refiero a "corriente", común. De esas personas que no se preocupan por el futuro, a quienes no les atormenta sacar una segunda carrera en la Universidad porque la primera fue una mierda, esas personas que se sienten cómodas viviendo con sus padres hasta los veintitantos o treintaitantos sin sufrir por ganarse algunos pesos para al menos comprarse sus propias cosas, esas personas que se duermen temprano porque su rutina es despertar, ir a los sistemas de educación precarios de nuestro país o ir a trabajar en una máquina o en una oficina, haciendo labor de máquina mientras el jefe nomás les está chingando y ser felices así porque "así es la vida y qué se le hace." Esas personas positivistas que creen que si piensan positivo les irá bien, que si se rezan un rosario todo se va a poner en su lugar, bueno fuera que fuese así mientras uno se estresa hasta de la vida. Dicen que las personas nos morimos a los veintisiete o veintinueve, pero que no nos entierran hasta pasados los setenta, si bien te va, pero creo que yo me morí hace mucho, me morí en ilusiones, en desvelos que me han costado salud, que me han costado tiempo pero que me mantienen firme para al menos escribir un poquito. Decía Freud que a veces un cigarro era sólo un cigarro, pero pocos pueden ver el arte poético que éste tiene, desde que lo enciendes, enciendes la vida, comienzas ese camino que arde y que quema y cuando lo llevas a la mitad ya te está mareando si no lo acompañas de un buen ron o de un tequila o de un café para aguantar unos cuantos más, ese arte poético de ver cómo se consume al igual que se consume la vida, y cuando lo llevas ya casi al filtro te comienza a quemar en los dedos porque sabes que ya se te está acabando y que a ti nomás te lleva la chingada. Pero no, no te quieres acabar, aún piensas que hay algo bonito por delante, aún le luchas y le lloras pero nomás eso no llega, nomás no llega.

martes, 10 de julio de 2012

Allá

Y así, sin más voy suplicándote una estancia eterna, un verde olivo, un rostro para mi alma. Y me voy perdiendo en tus ojos y en el calor de tus manos y te toco y te recreo y mi lengua se hace dulce. Entonces recomienzo y te ruego, quédate, y me bastarás sonriendo y en mis labios guardaré tu cuerpo para siempre. Aniquílame el silencio que quedaba y piérdete en mis hombros solamente, préndete a mí con libertad plena y mátame con exquisita ternura.

martes, 24 de abril de 2012

Poema 1

Dame luna de tu plateado manto
escucha cuando canto mi lamento
no me dejes desvestida y a la espera
de aquel dulcísimo tormento.

Cuando bajes del cielo y tomes mis manos
sabrás que la sombra no me ampara
pues aquel amor que siempre ha sido
trajo consigo un dolor lento.

Llega despacio y como el viento
desgaja la piel que me ha vestido
me ultraja de golpe el aliento
y me calla los labios con olvido.

Aprieta fuerte con sus brazos
consume todo y me depara
todo lo que ya es sabido
mientras me esconde la cara.

Besarlo así es un delito
cuando sé que me a tocado
pues sangre a mares le he llorado
mientras me eleva al infinito.

Luna mía, ¿cómo escapo?
¿qué haré sin su esbelto cuerpo?
No sea capaz de morirme
y no servirle de sustento.